Domingo, 21 de diciembre
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Investigadores advierten caída de oxígeno en lagunas de Garzón, Rocha y de Castillos

MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Investigadores han encontrado evidencia de que, especialmente entre primavera y otoño, hay áreas de las lagunas de Rocha, Castillos, Garzón y José Ignacio que presentan niveles de oxígeno disponible “muy críticos” en el sedimento. 
Una situación sostenida de hipoxia o su pasaje a una de anoxia (sin oxígeno) tiene efectos conocidos: mortalidad de bivalvos (almejas y mejillones, entre otros) y poliquetos (las lombrices del fondo marino) lo que afectaría el crecimiento de producción de peces y crustáceos de interés comercial. Y no se quiere llegar al próximo eslabón de la cadena de hechos desafortunados: bajaría el valor turístico de la costa este del Uruguay y esa zona tan bella y tan próspera pasaría a ser una “zona muerta”.
El fenómeno.
Desde 1950, el número de zonas marinas con hipoxia se ha multiplicado por cuatro en mar abierto y hasta por 10 en zonas costeras en el mundo. Las lagunas costeras uruguayas todavía no reciben esta clasificación pero preocupa que se haya acentuado y expandido el fenómeno de hipoxia en ellas.

“En la temporada cálida el oxígeno baja mucho; en algunos lugares hay ausencia total y en otros hay valores muy bajos que indican dificultades para la vida acuática”, explicó a El País Pablo Muniz, responsable del departamento de Oceanografía y Ecología Marina del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias e investigador de Pedeciba Geociencias.

En el aire hay un poco más de 20% de oxígeno, mientras que en el agua esto es 0,0007%. En nuestras latitudes un valor normal de oxigenación está entre los siete y los 10 miligramos por litro. Cuando hay menos de dos miligramos por litro se está en un ambiente hipóxico o con deficiencia de oxígeno. La oscilación entre uno y otro estado puede ser natural a lo largo del año debido a que la temperatura y la radiación solar promueven el descenso de oxígeno en el agua.

En los cuerpos someros, como las lagunas costeras, los vientos ayudan a un mayor intercambio del agua con la atmósfera por lo que se eleva el oxígeno.

Pero no es lo mismo la superficie que el sedimento. Allá abajo es más lenta la recomposición. Y allá abajo, entre la arena o el barro, habitan unos pequeños invertebrados con la gran misión de mantener la vida en el ecosistema. La muerte no es la única posibilidad: los niveles bajos de oxígeno también hacen que los animales crezcan menos, tengan problemas reproductivos y enfermedades.

“¿Qué es lo que pasa hace cinco o seis décadas o capaz que más?”, lanzó Muniz. Así lo explicó: “Estos fenómenos están ocurriendo con mayor frecuencia y con mayor intensidad y en lugares donde antes no ocurrían de esa forma”. Y siguió: “En todos los estudios (en el mundo y localmente en las lagunas costeras uruguayas) se ha demostrado que el responsable es siempre el mismo: nosotros. Las actividades humanas sobre los ecosistemas modifican los ciclos naturales. Una de las modificaciones es la tendencia al aumento de periodos en los cuales el oxígeno es más bajo que antes”.

MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Fuente: Fuente/Foto El País.
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