Rocha rediseña su pulso urbano: un cambio de sentido que busca ordenar la ciudad
Desde el 1.º de enero de 2026, la calle Batlle y Ordóñez tendrá sentido único desde Av. Monterroso hacia Av. Florencio Martínez Rodríguez. El cambio busca mejorar la seguridad vial y ordenar la circulación en una zona con alta presencia de estudiantes. El estacionamiento quedará permitido solo sobre el margen derecho en el nuevo sentido de tránsito.
Hay decisiones que, aunque parezcan menores, delatan un cambio más profundo en la forma de habitar una ciudad. Rocha se prepara para uno de esos ajustes silenciosos pero significativos: la calle Batlle y Ordóñez —conocida durante décadas como Río Branco— modificará su sentido de circulación a partir del 1.º de enero de 2026, en cumplimiento de la Resolución Nº 33226/2025.
El nuevo esquema establece un único sentido de tránsito: desde Avenida Monterroso hacia Avenida Florencio Martínez Rodríguez. Una flecha clara, Sureste → Noreste, que pone fin al doble sentido que hoy convive con estacionamientos laterales y maniobras incómodas.
Lo cierto es que el cambio no surge de un capricho administrativo, sino de un diagnóstico técnico que lleva meses madurando: congestión frecuente, riesgos en horas pico y un contexto sensible por la presencia de centros educativos —Secundaria y UTU— donde circulan estudiantes, docentes y personal de servicio en horarios previsibles pero intensos. En otras palabras: un corredor vial que sirve de acceso a miles de desplazamientos diarios y que ya no podía sostener su dinámica actual sin comprometer la seguridad.
La calle pasará además a ser vía de tránsito preferencial y el estacionamiento quedará restringido al margen derecho según el nuevo sentido. El mensaje implícito es claro: menos caos improvisado y más previsibilidad para quien conduce, camina o cruza.
La División de Tránsito y Transporte desplegará cartelería y una campaña informativa. Esta etapa puede parecer rutinaria, pero en realidad será decisiva: toda normativa fracasa si no se internaliza en la cultura vial. El desafío no es apenas señalizar, sino lograr que el conductor rochense incorpore el nuevo mapa mental de la ciudad.
En el fondo, esta decisión forma parte de un movimiento lento pero evidente: Rocha comienza a pensar en sí misma más allá de su escala. No como pueblo grande de costumbres heredadas, sino como ciudad que necesita optimizar su movilidad para garantizar seguridad y convivencia. El tránsito ordenado no es solo una formalidad técnica —es una expresión de ciudadanía.
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