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Dónde poner el foco en educación y movilizar voluntades y recursos para su consecución, siempre es objeto de controversias que reflejan, entre otras cuestiones fundamentales, posicionamientos ideológicos, políticos y corporativos, así como da cuenta de enfoques educativos diversos. No hay un camino único, certificado en educación, pero si evidencia que políticas y programas cuidadosamente diseñados, desarrollados y monitoreados, tienen un mayor impacto en ampliar las oportunidades de formación a lo largo y ancho de la vida, así como lograr resultados de aprendizajes de calidad para el conjunto de las y los estudiantes.

Todo esto viene a colación acerca de la incorporación, los desarrollos y los efectos de las tecnologías sobre la formación y los aprendizajes bajo el entendido que los estudios realizados han evidenciado que las tecnologías no sostienen e impactan directamente en los aprendizajes sino más bien el factor más relevante es la robustez de la propuesta educativa que orienta los usos de las tecnologías (Informe de la UNESCO Tecnología en la educación: ¿Una herramienta en los términos de quién?, 2023). No es cuestión solo de invertir y formar en tecnologías, que es por cierto relevante, sino primariamente cómo las mismas pueden surtir efectos positivos a partir de su apropiación con sentido por educadores y estudiantes. La mediación educativa, con soporte en la tríada currículo-pedagogía-didáctica – las conexiones entre el para qué, en qué y cómo educar, aprender y evaluar - es clave para que las tecnologías tengan sentido, se desarrollen e impacten significativamente en los aprendizajes.

La tecnologización de la sociedad es una tendencia creciente que crece a un ritmo exponencial, y que tiene por lo menos un doble impacto en la educación. Por un lado, la inteligencia artificial, y principalmente la generativa (IAG), que produce contenidos escritos, imágenes, video y música, afecta las identidades de las y los estudiantes como personas, así como sus maneras de pensar, sentir, obrar y relacionarse. Por otro lado, la IAG está cambiando las maneras de enseñar, aprender y evaluar ya que apoya de diferentes maneras a educadores y estudiantes, o bien por separado o bien en las relaciones entre los mismos conformando un triángulo educativo.

La discusión sobre la IAG rebasa ampliamente a la educación, pero a la vez, remarca la relevancia que tiene formar a las nuevas generaciones en una alfabetización comprehensiva sobre la IA, esto es, conocer su para qué, qué y cómo opera, así tomar conciencia de sus implicancias y cuidados éticos, políticos y societales. Dicha alfabetización, que es parte del núcleo de alfabetizaciones fundacionales que incluyen la lectura, la escritura, STEAM – por sus siglas en inglés Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática - y humanidades, es condición sine qua non para que las y los estudiantes puedan interiorizarse, procesar y tomar decisiones informadas sobre cómo las tecnologías pueden ayudar a mejorar la calidad de vida, el bienestar y el desarrollo individual y colectivo.

Asimismo, se entiende necesario esclarecer cuál es el estatus que se le confiere a la IAG para efectivamente orientar la alfabetización en IA como un eje transversal de formación a lo largo y ancho de la vida desde la educación de primera infancia en adelante. La IA puede tener un variado alcance. Identificamos cinco puntas de análisis.

En primer lugar, la IA puede ser entendida como un recurso e instrumento que son generalmente aplicaciones orientadas a responder a necesidades identificadas por los sistemas educativos. Por ejemplo, la combinación de diferentes tipos de datos y sus usos para apuntalar la gestión y asignación de los recursos del sistema educativo y de los centros educativos; o bien para identificar estudiantes en riesgo de dejar de asistir; o bien para mejorar los procesos y resultados educativos en áreas críticas del aprendizaje como ser Matemática.

En segundo lugar, la IA puede ser visualizada como un tutor que acompaña tanto a educadores como estudiantes a efectos de fortalecer una educación más a medida de los desafíos de aprendizaje de cada uno de ellos. Se trata de lo que comúnmente se conoce como customización de la educación que implica que el estudiante asume un rol protagónico en identificar sus necesidades de aprendizaje apoyado por el apoyo complementario del tutor docente y el virtual.

En tercer lugar, la IA puede transformarse en un socio de la inteligencia humana bajo una relación colaborativa y evolvente donde se refuerzan mutuamente sus capacidades teniendo en cuenta de sus fortalezas y debilidades relativas para abordar diversos tipos de desafíos. Como asevera el destacado filósofo político español, Daniel Innerarity, la inteligencia humana, a diferencia de la artificial que es sin cuerpo, se sustenta en que el pensamiento y el conocimiento dependen de nuestro cuerpo que, asimismo, es clave como soporte de los procesos cognitivos. En efecto, la inteligencia humana es la combinación de “procesos cerebrales y corporales que incluyen conciencia de sí, afectividad e intuición” (Innerarity, 2025).

En cuarto lugar, la IA puede acelerar que las identidades de las personas en la era poscovid-19 sean crecientemente híbridas, y dependientes de la virtualidad. Se puede generar lo que el investigador del Instituto Pedagógico Nacional Checo, Andrej Novik, denomina disociación de identidad, esto es, vivir la propia vida basada en la información que se recoge de nuestras actividades, así como las ambigüedades generadas entre la persona real y su representación digital. Asimismo, la IA puede devenir, tal como asevera Novik, una suerte de prestador de servicios que subcontratamos o bien para delegar la capacidad de pensar, conocer y toma decisiones, o bien para abordar diversos temas éticos. Las delegaciones de diferente orden tienen como consecuencia la deformación del desarrollo neural que afectan la capacidad de construir lazos emocionales saludables y de desarrollar la atención (Novik, Seminario de Aprendizaje Digital 2025, UNESCO).

En quinto lugar, la creciente autonomización de la IA en sus procedimientos, y el desdibujamiento o evaporación de las decisiones humanas que las sostienen, plantea la necesidad de fortalecer la gobernanza democrática de los algoritmos. Como claramente arguye Innerarity, el desafío yace en fortalecer la libertad y la autonomía política en procesar y tomar decisiones sobre la influencia de los algoritmos en reglar nuestras vidas. En buena medida, se requiere fortalecer el rol de la política para que efectivamente la democracia pueda desarrollarse en un mundo de creciente interdependencia y colaboración entre las inteligencias humana y artificial.

Los diferentes alcances de la IA en la sociedad y la educación, como fenómenos inextricablemente interdependientes, nos colocan ante la necesidad de transversalizar la alfabetización en IA reconociendo que sus usos puede estar asociados a constituir un recurso o instrumento, un tutor y/o un socio, o bien orientar sus sentidos e implicancias de cara a fortalecer la identidad humana y la democracia. Una propuesta educativa que ponga el foco en las nuevas generaciones como la prioridad de las prioridades, podría tomar en cuenta los desafíos de una alfabetización comprehensiva en IA en los cinco aspectos mencionados.

Bajo una visión de la IA de entrecruzamiento entre la sociedad, la política y la educación, entendemos que la misma puede ser un gran soporte para repensar una nueva generación de políticas públicas en educación. En relación específica al rol que puede cumplir en apoyar los procesos de transformación de la educación, el libro seminal “Inteligencia artificial y educación en el Sur Global. Una perspectiva sistémica” (traducción propia del original en inglés), producido por destacados referentes e investigadores en educación - Fernando Reimers, Zainab Azim Maria, Renée Palomo y Callysta Thony, 2025, https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-032-11449-5 ), identifica tres oportunidades concretas y promisorias. Estas son:

la IA puede ser un socio potente de los ministerios de educación e instituciones afines, a efectos de diseñar una nueva generación de currículos – en qué educar - principalmente por la vía de identificar contenido no esencial, elaborar materiales educativos adaptados a los contextos, culturas y lenguas locales, y revisar los contenidos educativos vigentes a la luz de alinearlos con la progresión de los aprendizajes de las y los estudiantes.

La IA como un motor del aprendizaje personalizado que implique abordar la diversidad de necesidades de las y los estudiantes por la vía de desarrollar ruteros flexibles de formación a medida de los mismos teniendo en cuenta sus ritmos de aprendizaje, así como prestar apoyo cuando más lo necesitan.

La IA como centros de inteligencia que facilitan la producción y discusión de ideas, conocimientos y prácticas que coadyuven a identificar brechas en los aprendizajes, al ajuste permanente del sistema educativo (bucles de retroalimentación) y a la mejora continua del currículo en base a evidencia.

En síntesis, una agenda de cambio educativo con foco en formar a las nuevas generaciones para futuros mejores, más democráticos, sostenibles y justos puede tener en la IA un aliado potente de una nueva generación de políticas educativas con sostén en currículos y pedagogías actualizadas, y con base en la empatía, colaboración y esfuerzo mancomunado de educadores y estudiantes respetando y apuntalando sus roles complementarios.