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La sequía vuelve a golpear con fuerza el norte del departamento de Rocha.
Aunque Inumet prevé para el verano precipitaciones dentro de los valores normales para la zona, los productores familiares aseguran que las lluvias de los últimos meses no alcanzaron y que la situación es crítica.

En la Sección Sexta y Novena, desde la naciente del San Luis hasta el Cebollatí, la falta de agua frenó el crecimiento de las pasturas y dejó al ganado debilitado. Muchos productores reportan pérdidas de terneros, vacas sin fuerzas para parirse y la imposibilidad de lograr un buen celo para la próxima zafra.

“La sequía mata todo”, dicen, mientras enfrentan un escenario que se agrava día a día.

 

La escena se repite en caminos que parecen borrarse entre la tierra seca, en tajamares cuarteados, en pasturas que ya no trepan, en el ritual desesperado de revisar aguadas que se achican día a día. Mientras Uruguay se encamina a un verano que, según Inumet, será cálido y con precipitaciones por debajo de lo normal en gran parte del país, en el norte del departamento de Rocha la sequía dejó de ser pronóstico para convertirse en una urgencia que golpea a los pequeños productores familiares.

Ellos, lejos de los balnearios y las postales turísticas que concentran la atención estival, viven otra cuenta regresiva: la del agua que no llega.

Un verano favorable al turismo, pero castigador para la tierra

El Instituto Uruguayo de Meteorología confirmó que diciembre, enero y febrero estarán marcados por dos fenómenos climáticos que, si bien favorecerán al turismo —motor indiscutido de la economía nacional—, pueden profundizar la herida en el sector agropecuario.

Los análisis indican que las temperaturas serán superiores a lo habitual, mientras que las lluvias permanecerán por debajo de la media en la mayor parte del país. Para Rocha, Inumet prevé precipitaciones dentro de valores normales, aunque eso no alcanza para revertir la situación en zonas donde la sequía ya está instalada y haciendo estragos.

En la Sección Sexta y Novena, desde la naciente del río San Luis hasta las costas del Cebollatí, la falta de lluvias acumulada deterioró pasturas, redujo el agua disponible para el ganado y arrinconó a familias que viven de la ganadería y la agricultura de pequeña escala.

Allí, como dicen los vecinos, “la crecida te arruina un día, pero la sequía te arruina el año”.

La sequía que “mata todo”: la voz de los productores

Los testimonios recogidos por Rocha al Día reflejan el nivel de preocupación.


“La sequía siempre abarca una gran área, y la afectación puede ser mayor; la sequía mata todo”, señala un productor de la zona.

La falta de lluvias, sumada a las altas temperaturas, aceleró el deterioro de los campos. Edgar Cardozo, productor ganadero, describe el panorama con crudeza:

“El enfriamiento termométrico afecta considerablemente el crecimiento de las pasturas. Quienes tienen praderas están peor que aquellos con campo natural.”

El problema no se limita a pasto insuficiente. Afecta directamente la reproducción del ganado y la supervivencia del ternero:

“Tenemos el ganado sentido por la sequía. Muchas vacas, mal alimentadas, paren el ternero muerto. Otras dan cría pero no tienen fuerza para pararse. Esta primavera tan seca dejó al ganado falto de proteínas y vitaminas, y falla.”

Y agrega un dato clave para el futuro inmediato:

“Si se nos complica ahora por falta de alimentación, no va a ser fácil que entren en celo y podamos agarrar cría para la zafra que viene.”

La foto, traducida: menos alimento hoy significa menos nacimientos mañana y menos ingresos durante todo el año siguiente.

Un territorio golpeado por ambos extremos climáticos

El norte de Rocha es un capítulo aparte en el mapa climático del país: inundaciones y sequías se alternan sin respiro.
Pero esta vez, dicen los productores, la falta de agua supera todo lo vivido en años recientes.

La sequía castiga despacio pero sin pausa: deteriora praderas, vacía tajamares, estresa al ganado, encarece los costos de alimentación y obliga a vender animales antes de tiempo.
La “seca delgada”, como la describen algunos, es la más cruel porque no provoca daños visibles de un día para el otro, pero desgasta en silencio todo el sistema productivo.

Una alerta que pide respuesta

Los datos de Inumet proyectan un verano donde las lluvias no jugarán a favor. Y para quienes dependen de la tierra, cada día sin agua no es una estadística: es una decisión nueva, una pérdida más, un riesgo que se acumula.

Las familias que producen en el norte de Rocha —muchas desde hace generaciones— necesitan algo tan simple como vital: previsibilidad. Y hoy, el clima solo ofrece incertidumbre.

Mientras los turistas comienzan a poblar la costa y los balnearios se preparan para una temporada récord, a pocos kilómetros el escenario es otro: un territorio que se seca, un sector productivo que se debilita y un grupo de familias que sostienen como pueden la vida rural de Rocha.

En este contraste, más que una noticia estival, hay un llamado urgente para pensar políticas públicas que contemplen al interior profundo: ese que también mueve la economía, pero que rara vez ocupa los titulares.

Autor: ROCHAALDIA.COM