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Embed - Estadio Centenario: el monumento que los uruguayos "no le dan la real dimensión que tiene"

*El ciclo audiovisual "Montevideanos. Edificios que marcaron la ciudad" es presentado por Cementos Artigas.

Al arquitecto Juan Antonio Scasso le decían que estaba loco. Que no tenía sentido gastar el tiempo, el dinero, todos aquellos recursos necesarios para una de las obras más importantes para el país en hacerlo en el medio de ese descampado, lejísimos de todo. Pero Scasso sabía que el Estadio Centenario tenía que estar en esos campos, rodeado de apenas algunas quintas. Sabía que con el tiempo, aquel estadio iba a estar en el centro de Montevideo.

Cien años después, sabemos que Scasso tuvo razón. Hoy enclavado en el Parque Batlle, el Estadio Centenario (o el Centenario, a secas; o en una muestra de su importancia, es más citado habitualmente como El Estadio) está en el corazón de la ciudad.

Estadio Centenario Joaquín Ormando

Es un paisaje tan cotidiano y familiar para los uruguayos, que a veces es posible olvidar la historia que contienen sus paredes y tribunas de cemento, la historia que vio pasar la Torre de los Homenajes o los distintos rincones de esta microciudad dentro de la ciudad, que alberga desde una escuela pública hasta oficinas de instituciones deportivas, una clínica, un restaurante, un museo, y que en su momento tuvo hasta una comisaría policial funcionando allí.

Gerardo Cal trabaja como guía del Museo del Fútbol hace 17 años, y conoce al detalle la historia del edificio. Dice que "no le damos la real dimensión que tiene porque lo tenemos tan cerca, pero es el único estadio del mundo que tiene el título de Monumento Histórico del Fútbol Mundial, otorgado por la FIFA; es el estadio donde se jugaron más finales de Copa Libertadores de América, se jugaron 20. Estudiantes de La Plata, Boca y Flamengo salieron campeones de la Libertadores por primera vez acá", cuenta.

Y la historia deportiva del recinto no se limita al fútbol. Hasta la década de 1980, cuando se reformó para el Mundialito (también llamada Copa de Oro, el torneo oficial que reunió a cinco de los entonces seis campeones del mundo de fútbol, y que ganó Uruguay), en la actual Platea Olímpica había una cancha de básquetbol en la que se jugaron Torneos Sudamericanos, un espacio donde también peleó el histórico boxeador uruguayo Dogomar Martínez.

Sentado ante el césped del Centenario, Richard Berriel cuenta que trabaja allí como canchero desde 1992. Las pasó todas en estos 33 años, en los que empezó marcando las líneas de la cancha con un balde de pintura y un rodillo, una tarea que ahora hace con una máquina pulverizadora que deja el ancho y la textura perfecta.

Richard Berriel, encargado de campo de juego del Estadio Centenario Joaquín Ormando

Le tocaron partidos en los que festejó por el trabajo hecho, como el Peñarol - Botafogo de la Copa Libertadores 2024 que se jugó cuatro días después de un show musical, y que se asignó al Estadio con muy poca antelación. Le tocaron partidos en los que se sintió mal viendo el terreno de juego, como el Uruguay - Argentina por Eliminatorias del 2025, donde no se había podido trabajar bien con el césped en los meses previos y la cancha estaba en un pésimo estado.

Berriel, que durante más de tres décadas cortó, regó, fertilizó y preparó esa histórica cancha, comparte una idea del guía del museo: "uno no toma real dimensión de dónde se encuentra, porque está todos los días acá, porque vos pasás en un ómnibus y ves el Estadio. Pero me ha pasado de ver gente que viene de Brasil, de Asia, de Europa, jugadores, técnicos que han venido a jugar acá, y te hablan de lo icónico, de lo increíble que es. Una vez un técnico de la antigua Yugoslavia, me dijo 'nunca pensé que me daría la vida para conocer el Estadio Centenario donde se jugó el primer Mundial'. Por eso te digo, nosotros no tomamos dimensión porque es algo cotidiano, es nuestro".

Campeones del mundo con el cemento fresco 0165FMHE

En los próximos años el Centenario entrará en un proceso de reforma (más o menos profunda, eso todavía está por verse) de cara a su uso en el partido celebratorio por los cien años de la primera Copa del Mundo, que se jugará en 2030 previo al comienzo oficial del Mundial que se jugará en España, Portugal y Marruecos. Uruguay jugará su primer partido de la fase de grupos en Montevideo, como homenaje al hecho de haber sido la sede de la primera edición del torneo.

Mientras que la fuente del financiamiento de esa futura reforma está por verse, en 1930 el panorama era bastante diferente. Había tal bonanza que el gobierno no solo construyó el Estadio para el torneo como celebración del Centenario de la Primera Constitución, sino que se ofreció a pagar los gastos de todas las delegaciones que vinieran.

El estadio se construyó a contrarreloj para llegar al inicio del Mundial, y solo fallaron por cinco días: el campeonato empezó el 13 de julio y el Centenario se inauguró en la fecha patria del 18 de Julio con un triunfo de Uruguay por apenas 1-0 contra Perú por la fase de grupos.

Tan a contrarreloj fue la situación, que el día de la inauguración los andamios de la obra todavía rodeaban las tribunas, como atestiguan las fotos de ese día.

Desde ese 18 de julio y hasta el final del torneo, solo se jugó allí, incluyendo por supuesto la final que Uruguay le ganó 4-2 a Argentina.

Gerardo Cal recuerda que "en aquél momento, los vestuarios estaban donde ahora están los baños en los costados de la tribuna Olímpica, contra la Ámsterdam y Colombes. Los jugadores tenían que bajar y subir las escaleras enormes de cemento que están ahí hasta la cancha. En el entretiempo de la final, Argentina iba ganando 2-1, y mientras subían esa escalera la gente les decía de todo y les tiraba de todo. Y estaban los policías con las bayonetas y los jugadores argentinos decían 'no están para cuidarnos a nosotros'. No querían salir a jugar el segundo tiempo".

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Esos vestuarios, ahora convertidos en baños, fueron incluso usados como locación en el rodaje de la película La sociedad de la nieve, sobre la Tragedia de los Andes.

Buena parte de la historia del Estadio y del fútbol uruguayo está ahora reunida en el Museo del Fútbol, el más visitado del país con unas 20.000 entradas vendidas cada año, cuenta Cal. "Nuestro trabajo acá es que las nuevas generaciones que se quedan con lo actual, con la inmediatez, con Messi, con Cristiano Ronaldo, con Mbappé, conozcan que no solo el fútbol no empezó ahora, sino que empezó hace muchos años y que Uruguay y Argentina hasta la década del 50 dominaban todo. Después vino la supremacía de Brasil, ahora nuevamente Argentina emparejó con Brasil, pero durante la primera mitad del siglo XX, Uruguay y Argentina eran las potencias en América y en el mundo".

Todos los partidos son iguales

En los casi 100 años de historia del Estadio Centenario se han jugado partidos icónicos, que definieron campeonatos, clasificaciones a torneos, copas, ascensos y descensos. Pero para los que trabajan allí y están a cargo de que durante los eventos todos funcione como tiene que funcionar, no hay distinciones.

Richard Berriel explica que aunque "lo que cambia es la motivación y la presión que te genera, porque no es lo mismo un partido de la liga nuestra que un partido de eliminatoria", el trabajo es siempre igual y la cancha no precisa trabajos particulares según quién juega.

Rafael García también dice que "todos los partidos son iguales". Su lugar en el estadio está en la cabina 10 de la Tribuna América, en el sector donde también trabajan las radios, los canales y los medios que cubren los partidos. Allí, junto a su hijo Sebastián, el locutor que ejerce como "la voz del estadio", se encargan del sonido oficial.

Rafael García, operador de cabina de audio del Estadio Centenario Joaquín Ormando

García trabaja allí desde 1978, y antes igual iba al Estadio a trabajar como operador de Radio Universal. Las cabinas de aquel entonces eran tan chicas que él no podía quedarse después que armaba todo el equipamiento: solo había lugar para el relator, el comentarista, y el locutor comercial.

Aunque ahora su trabajo también empieza afuera. En su casa se encarga de armar las tandas comerciales que suenan por los altoparlantes y preparar todo lo que puedan, antes de llegar a su cabina, armar y chequear los equipos. Él de un lado con una consola y una laptop, Sebastián del otro con su micrófono, se encargan de diagramar todo el "programa" sonoro que incluye además de publicidades los himnos en los partidos de selecciones, las canciones oficiales de los torneos para el ingreso de los equipos, y todo lo que sea necesario que suene durante el evento.

Luego reciben también la información de los planteles, que a la hora señalada se encargan de anunciar, y también están atentos a comunicados o mensajes que tengan que pasar, desde un aviso para un chofer de un auto hasta un mensaje de la Policía cuando las hinchadas se ponen violentas.

"Todo sale de acá, de esta cabina", explica García. "Y hay sonidos que ya están asociados al estadio. Hay jingles comerciales, algunos que ya tienen muchos años, que vos entrás y ya los sentís. Hay gente que sabe que su aviso tiene que estar acá".

"Han pasado muchas personas, funcionarios, gente que ya no está, algunos de los que incluso hoy están los hijos y me preguntan si me acuerdo de los padres", agrega el operador. "El tiempo pasa y el estadio cambió mucho. No soy muy de los recuerdos, capaz el día que me vaya de acá o me retire ahí si, me ponga a acordarme de cosas mucho más que ahora. Porque ahora es terminar el partido y en lo que pensas es descansar al otro día y en que al fin de semana que viene tenés que volver".

Tradición y modernidad

Más allá de sus sonidos tradicionales y familiares, hay otros que prefieren el estadio en otra situación, como Gerardo Cal. "Tiene un sonido particular cuando está vacío. Cuando hay público es otra cosa, porque está la vibración de las tribunas, las hinchadas, el ruido de la gente, toda la dinámica del estadio, todos los concesionarios, los vendedores, pero en silencio es muy particular".

Gerardo Cal, guía del Museo del fútbol, Estadio Centenario Joaquín Ormando

Y en relativo silencio quedará de acá a un tiempo, cuando sea renovado para el 2030. Sin embargo, los funcionarios del Estadio Centenario tienen algo claro: sin ignorar que el edificio necesita reformas y modernizarse, la historia no se puede perder.

Así lo resume el guía del museo: "No queremos que le pase como a estadios de otras partes, que por exceso de modernización dejan de ser estadios y pasan a transformarse en centros comerciales. Queremos que se modernice pero no deje de ser el Estadio, porque la gente, la de acá y los extranjeros, que es lo primero que vienen a ver cuando llegan, lo quieren. Y el edificio también".