El "medio pelo" de Lacalle Pou y el "cerrá y vamos" de la autocrítica blanca
En el diccionario de la política, la palabra “autocrítica” suele aparecer después de “derrota”, particularmente cuando existe la convicción de que el triunfo era posible pero se cometieron errores evidentes. El Partido Nacional está dejando atrás esa primera etapa, que incluye el duelo, tras perder las elecciones de 2024 contra el Frente Amplio. Y parece evidente que los blancos deben asumir que son los principales responsables de esa caída por más que la Coalición Republicana que gobernó en el anterior período también estuvo integrada por colorados, independientes y cabildantes. Pero blanco fue el presidente, Luis Lacalle Pou, y blanco el candidato presentado en las elecciones para intentar retener el gobierno, Álvaro Delgado.
Embed - El "medio pelo" de Lacalle Pou y el "cerrá y vamos" de la autocrítica blancaEsas dos figuras representan buena parte de las razones de lo sucedido en el balotaje ganado por Yamandú Orsi. Si se quiere poner el énfasis en la gestión como principal causa de la derrota, el dedo acusador se dirigirá hacia Lacalle Pou. Si se considera que los principales errores se cometieron en la campaña electoral, Delgado será cartón ligador.
Son dos miradas diferentes y con distintos riesgos. Y en el Partido Nacional parecen haber elegido el segundo camino, según consta en el documento del directorio blanco presentado el pasado lunes 16, con el que se pretende poner fin al proceso de autocrítica tras poner el ojo en los errores de campaña pero rozando apenas lo que se hizo durante el ejercicio del gobierno.
Si la clave de la derrota en el balotaje es lo hecho en la campaña, Lacalle Pou, el principal activo político de los blancos, queda libre de culpa.
En el informe que el director de la empresa Opción, Rafael Porzecanski elaboró para el Partido Nacional con sus razones acerca del triunfo de Yamandú Orsi sobre Delgado, hay advertencias que van más allá y que anteceden a la campaña electoral.
“Al comienzo del ciclo de gobierno, la Coalición Republicana contaba con una ventaja auspiciosa en intención de voto sobre el FA. Sin embargo, el potencial electoral de la CR sufrió un declive sobre la mitad del período, quedando emparejada ante el FA en los escenarios de intención de voto estrictamente partidarios. Este cambio ocurrió a la par de una caída relevante de la aprobación de la gestión”, dice el documento. El informe de Opción marca como datos importantes el descontento con la gestión económica y con lo hecho materia de seguridad pública.
Sin embargo, en el documento que el lunes 14 presentó el directorio blanco y con el que, en principio, se da por cerrado el proceso de autocrítica, casi no se hace referencia a lo ocurrido en los cinco años de la administración de Lacalle Pou.
Se habla allí de errores estratégicos de campaña, de falta de diálogo con la ciudadanía, de una fallida comunicación de lo hecho, y de la batalla cultural que se debe emprender contra la izquierda con miras a las elecciones de 2029.
“Hay que mirar para adelante. Cerrá y vamos. Ya no tiene sentido castigarnos con lo que se hizo mal”, dijo a El Observador un operador nacionalista.
Porque el riesgo de seguir escarbando es grande. En las reuniones del Partido Nacional en las que se practicó la autocrítica, se empezó cargando las tintas sobre los errores en la campaña de Delgado pero prontamente se apuntó contra los cinco años de gestión de Lacalle Pou.
Una de las críticas más duras vino del lado del intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, líder del sector D Centro, que catalogó al gobierno de Lacalle Pou como de “medio pelo”. Más allá de esta definición capilar, lo cierto es que, por ejemplo, un asunto fundamental como el combate a la delincuencia empezó siendo un activo durante la gestión de Jorge Larrañaga, pero luego la coalición perdió pie y, al igual que le pasó al Frente Amplio en 2019, fue uno de los factores que los desalojó del gobierno.
Además, en los encuentros de autocrítica realizados en todo el país, varios participantes observaron que la recuperación salarial recién empezó a dar señales positivas al final de la gestión de la Coalición Republicana.
Algunos dirigentes propugnan que sea la Convención blanca de 50 miembros la que emita las conclusiones finales sobre la derrota del 2024. Fuentes nacionalistas señalaron a El Observador que ese camino representaría un error estratégico porque, en el calor del debate, se corre el riesgo de que se termine llevando al banquillo de los acusados a Lacalle Pou.
A modo de conclusión, el documento de autocrítica blanca invita a militantes y dirigentes “a aprender para volver, con humildad, pero también con firmeza para reconectar con el alma del país, comprender su tiempo, hablar su lenguaje y representar sus aspiraciones más genuinas".
Palabras que, como se ve, no tienen demasiada sustancia. Pero, tal vez, los nacionalistas hicieron lo correcto al evitar hablar de lo realmente importante.
Porque tratándose de los blancos y teniendo en cuenta su tendencia a desbocarse y a confundir el cuchillo con el bisturí, la insistencia en la tan meneada autocrítica amenaza con terminar en una de esas autoflagelaciones, a las que los nacionalistas fueron tan adictos, y que a la hora de juntar votos son difíciles de borrar.
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