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La edil departamental Laura Moreno (FA) presentó un pedido de informes al intendente Alejo Umpiérrez para conocer si existe realmente la línea de atención al suicidio y crisis que el Partido Nacional prometió en la campaña de 2020. La respuesta oficial del Ejecutivo, según Moreno, confirma que la línea nunca funcionó.“Buscaba el número, los técnicos, los horarios... nada apareció, porque simplemente la línea nunca existió”, señaló la legisladora a Rochaaldia.com. El intendente justificó la ausencia del servicio alegando “cuestiones de tiempos y recursos de gobierno”, pero para la edil se trata de una deuda moral con la sociedad rochense, donde las cifras de suicidio siguen siendo alarmantes.

 

En Rocha, donde las cifras de suicidio golpean con fuerza y las heridas sociales se acumulan en el silencio, la edil departamental Laura Moreno, del Frente Amplio, decidió poner sobre la mesa una pregunta incómoda:
¿existe realmente la línea de atención al suicidio y personas en crisis que el Partido Nacional prometió durante la campaña de 2020?

El planteo, formalizado a través de un pedido de informes dirigido al intendente Alejo Umpiérrez, busca despejar una duda que atraviesa lo técnico y lo ético. Moreno no pregunta por estadísticas ni por diagnósticos generales: exige respuestas concretas.
¿Cuál es el número disponible para la ciudadanía? ¿Dónde funciona? ¿Cuántos técnicos atienden? ¿Quién coordina el servicio y bajo qué criterio profesional? ¿Qué horarios cubre una línea que, en teoría, debía estar activa para salvar vidas?

Una promesa que nunca sonó

La respuesta oficial llegó mediante el Oficio 23/205 del propio intendente. Pero, según la edil, lo que encontró al leerlo fue más elocuente que cualquier dato: la línea nunca existió.

“Buscaba el número, los horarios, los técnicos, el responsable. Nada de eso apareció. Porque, simplemente, la línea nunca existió”, afirmó Moreno en diálogo con Rochaaldia.com.

La edil sostiene que el servicio fue presentado como una de las banderas programáticas del actual gobierno departamental, parte del capítulo dedicado a “salud y convivencia” del programa 2020-2025. Sin embargo, cinco años después, lo que queda es una ausencia:
“Una idea que —según reconoce el Ejecutivo— ‘por cuestiones propias de los tiempos y recursos de gobierno no pudimos afrontar’”.

La frase, burocrática y breve, desnuda el problema: la distancia entre las promesas electorales y las políticas efectivas, entre el discurso y la acción. En un departamento donde cada intento de suicidio deja una marca colectiva, la falta de una línea de apoyo institucional no es un olvido administrativo: es una deuda moral.

Del compromiso público al silencio

Moreno recordó, además, un episodio que hoy resuena con ironía. En 2018, el entonces diputado Alejo Umpiérrez escribió una carta abierta al humorista Darwin Desbocatti, tras una broma sobre los intentos de suicidio en Castillos. En aquella carta, el hoy intendente decía:

“No hay forma de ser más duro y cruel que con el humor. Con esas cosas no se juega.”

Seis años después, la edil del Frente Amplio cita sus propias palabras para interpelarlo:
“Si desde el humor no debería jugarse con estas cosas, mucho menos debería jugarse con las promesas de campaña sobre la salud mental de los rochenses.”

La crítica no es solo política. Es una llamada de atención sobre la responsabilidad institucional ante el sufrimiento humano.
Mientras la Intendencia reformula su promesa para la campaña de 2025 —esta vez bajo la supervisión de “idóneos en la materia”—, Moreno se pregunta cuánto tiempo más deben esperar quienes, del otro lado del teléfono, nunca encontraron respuesta.

“Cinco años parece un tiempo excesivo. Pero como no soy idónea, me puedo equivocar”, ironizó. “Mientras ellos reformulan promesas, hay gente que sigue esperando… un teléfono que nunca sonó”.

Entre lo simbólico y lo real

El tema trasciende la coyuntura electoral. Habla de cómo se construye la confianza pública y de cómo se mide el valor de la palabra política.
Porque en un país donde el suicidio es la primera causa de muerte no natural, las políticas de prevención no pueden quedar a merced de presupuestos ni excusas.
Un número telefónico que no existe puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre el acompañamiento y la soledad.

En este contexto, la iniciativa de Moreno no busca capitalizar políticamente un vacío, sino reinstalar la urgencia del debate. ¿Qué lugar ocupa la salud mental en la agenda de los gobiernos departamentales? ¿Puede un compromiso público reducirse a una frase de campaña?

El pedido de informes no pretende abrir una polémica menor, sino recordar que detrás de cada estadística hay una persona, una familia, una historia. Y que la ausencia de una respuesta institucional es, en sí misma, una forma de abandono.

Rocha no necesita promesas reeditadas, sino políticas que escuchen. No necesita discursos sobre empatía, sino estructuras que acompañen.
Porque en temas de salud mental, el silencio también mata.

 

Autor: ROCHAALDIA.COM