Argo busca tripulantes para su programa educativo e impulsa primeras generaciones universitarias
Las paredes del dormitorio estaban repletas de papeles. Repartidos, resúmenes, páginas y más páginas de conocimiento que su madre había pegado a su alrededor al volver a casa después de horas de trabajo como empleada doméstica. Franco Marichal y su hermana la observaban con la atención de dos niños frente a un recuerdo esencial.
Hoy Franco es el primer estudiante universitario de su familia. A los 19 años cursa el primer año en la Facultad de Ciencias y tiene un objetivo claro: convertirse en investigador. Y esa escena –la de su madre trabajando y estudiando para convertirse en auxiliar de enfermería– no se borra de su mente cuando piensa en su propia trayectoria educativa. “Me acuerdo que mi hermana y yo estábamos sentados al lado mirándola. Todavía tengo eso en la mente y siempre es un recordatorio de que con esfuerzo se pudo”, dice a El Observador.
Era un niño curioso, que se aprendía los libros científicos de los dinosaurios de los libritos infantiles y le gustaba “un montón” la matemática. Ya como adolescente no había dudas de que elegiría el bachillerato científico. Y cuando tuvo que elegir una carrera coqueteó con la idea del desempleo negativo de la ingeniería pero fue un regalo de Navidad el que terminó de definir su futuro: Brevísima historia del tiempo, el libro de divulgación del físico británico Stephen Hawking.
El libro lo cautivó y lo llevó a ver un sin fin de vídeos de divulgación física en YouTube. “Me llamó un montón la atención cómo todas esas cosas que parecen muy lejanas, que las hacen un par de personas en su casa con unos pizarrones, después terminan ayudando a entender todo lo que está pasando acá y todo lo que no podemos ver. Me atrapó y dije quiero hacer eso”, explica el joven de 19 años.
Un día sus padres le dijeron que habían visto en Americando –el histórico programa de Juan Carlos López en las mañanas de Teledoce– que existía el programa Argo: un modelo de apoyo integral que sostiene la trayectoria de estudiantes que, de otra forma, verían frustrada su posibilidad de completar una carrera universitaria.
Franco sabía que la facultad sería un desafío práctico. “El gran miedo de mi madre era que no podamos estudiar por el tema económico. Si ella tenía que conseguir otro trabajo, lo hacía. Pero yo no le iba a permitir eso. Cuando surgió esta oportunidad tenía que intentarlo y por suerte salió”.
En su carta de presentación dejó claro cuál es su proyección hacia el futuro: “Yo había encontrado en la ciencia, y más específicamente en la física, un área del conocimiento en la que si estudias después podés producir nuevo conocimiento. Eso termina de alguna manera ayudando a cambiar el mundo”.
Made in UruguayEl programa toma su nombre del mito de Jasón y los Argonautas; la valiente tripulación del Argo, un barco en el que llegaron a los confines del mundo conocido. Una extendida leyenda de la mitología griega.
Ir más allá del conocimiento.
“Argo nació en Uruguay”, dice a El Observador Katherine Valkeniers, presidenta y fundadora del Programa Argo.
Antes de expandirse hacia Colombia, el programa de apoyo educativo tuvo su primer impulso en Uruguay con la experiencia de Paola y Jenifer Ibañez, dos jóvenes riverenses que llegaron hasta las autoridades de Katoen Natie a través de su tía a pedir apoyo para poder estudiar a más de 500 kilómetros de su casa.
“Habían vivido cosas difíciles, pero aunque habían vivido tanto igual tenían muy buenas notas. Soñaban con ser abogadas. Nosotros quedamos inspirados con la historia de ellas y dijimos ¿por qué no las apoyamos? Empezamos a ver que si haces un entorno estimulante y le das herramientas a gente talentosa, ves florecer este talento. Esto nos puso a pensar en profundizarlo, hacer un programa y empezar a abrirle las puertas a otros”.
Así comenzó Argo: con dos jóvenes que estudian Abogacía en la Universidad de la República. Son, de alguna manera, el impulso del programa que actualmente se desarrolla en Uruguay y Colombia. Para ellas el futuro empezó como un juego cuando vieron en la pantalla de la televisión a la doctora Ana María Polo, la mujer que bajaba con fuerza un martillo en una audiencia ficticia de Caso Cerrado, el programa de Telemundo que en Uruguay fue un sello de Canal 10. Entonces fue claro: querían ser abogadas. “Empezamos a jugar de abogados y resulta que ahora las dos estamos haciendo la misma carrera”, dice Paola.
Pero llegar a Montevideo a estudiar una carrera universitaria parecía un desafío demasiado grande. Paola trabajaba en un almacén y no veía demasiadas opciones a su alrededor. “Es complicado. En la vuelta como que no hay muchos recursos. ¿Dónde voy a estudiar? Ahora está la UTEC, pero si querés hacer otras cosas no hay muchas oportunidades. Podría haber pensado en estudiar para ser maestra o profesora, pero no es algo que quisiera. Entonces tenés que venir sí o sí a Montevideo y es difícil, porque allá es todo más barato y venir para acá es muy caro”.
De esa primera experiencia empezaron a identificar cuáles son las barreras que enfrentan los jóvenes del interior al momento de plantearse una educación universitaria y cuál es el mejor entorno para estimular su crecimiento.
Argo se lanzó oficialmente en 2024 como un programa integral que identifica a jóvenes de alto potencial académico y compromiso social, y les ofrece una asistencia que incluye alojamiento, apoyo económico, mentorías y acompañamiento extracurricular.
“Hemos visto que muchos de estos estudiantes que vienen de contextos vulnerables, viven lejos de Montevideo o en barrios donde hay dificultades”, señala la fundadora del programa y explica que el acceso a una vivienda en Montevideo es el primer aspecto que tuvieron en cuenta: “Los chicos se quedan en una casa estudiantil para darles un entorno estimulante y tranquilo, en el cual ellos pueden enfocarse 100% en sus estudios y no tengan que preocuparse por cosas logísticas o de seguridad”.
Katherine ValkeniersLa presidenta y fundadora del programa Argo, Katherine Valkeniers, durante el lanzamiento del programa
Gentileza ArgoLa mayoría de los jóvenes que se presentan al programa viven en contextos en los que a sus adultos se les dificulta costear la vida diaria en la capital, los materiales educativos o las herramientas que necesitan para estudiar. “Ir a la universidad es mucho más que que te abran las puertas. También tienes que tener los recursos para poder quedarte en la universidad. Y eso significa no tener que ir a trabajar todo el día para poder estudiar”, señala Valkeniers. En este sentido, el programa prevé el aporte de cuotas para transporte, alimentación, libros u otros insumos así como el préstamo de computadoras y teléfonos celulares.
Ese era un punto clave para Franco, que sabía que iba a tener que conseguir un trabajo al menos de medio tiempo si quería estudiar y que ese tiempo se sumaría a las cuatro horas diarias que le insumiría el transporte desde Las Piedras a Malvín Norte y de regreso.
“Son ocho horas menos por día mientras estoy intentando hacer una carrera exigente e intentando tener buenos resultados, porque sé que es algo que tiene poca salida y quiero que me vaya bien para poder vivir de lo que estoy haciendo. La carrera es de cuatro años, el promedio de mi carrera son seis, pero hay un montón de compañeros que la hacen en siete u ocho porque tienen que trabajar y es normal. Entonces, cuando surgió esta oportunidad de Argo era una gran solución”.
Más allá del aspecto material y económico, la presidenta del programa señala que muchos de los participantes son los primeros universitarios en sus familias por lo que el programa incluye el acompañamiento de alguien que ya haya pasado por la experiencia para navegar las aguas de la educación terciaria. Cada estudiante tiene su propio mentor, un voluntario que los va guiando en el tránsito de la educación secundaria a la universidad. “Saben que siempre tienen alguien detrás de ellos cuidándolos y apoyándolos. Alguien que ya conoce el camino y que va viendo con ellos”, dice Valkeniers.
“Con los mentores tenemos una reunión todos los meses para ver cómo nos está yendo y si necesitamos alguna ayuda", señala Paola. "Cuando venimos medio flojos tenemos que ser sinceros: si es cosa de no enfocarte o es cosa de que sí, se me está dificultando. Entonces está la posibilidad de tener alguna clase particular con algún profesor para que podamos entender un poco más el tema”, explica.
Además de la vivienda, el apoyo diario y la mentoría, Argo apunta a impulsar el deseo de hacer actividades que complementen la educación formal: practicar deportes, hacer actividades culturales o aprender nuevos idiomas. “Sabemos que para ser exitoso en la vida también son elementos importantes. Por eso dependiendo de su carácter y lo que les gusta, les damos cuotas para poder hacerlo".
Finalmente, los creadores del proyecto decidieron incluir una primer experiencia laboral durante la carrera. "Vimos que para avanzar muchas veces te piden alguna experiencia laboral y siempre es bueno tener contactos en el área profesional. Por eso también parte del programa es que desde el inicio tranquila y progresivamente vayan teniendo conexión con el mundo laboral".
Paola y Jenifer han tenido una aproximación al mundo laboral a través de pasantías en el Departamento de Recursos Humanos de Katoen Natie y algunas instancias de aprendizaje en un estudio de abogados donde presenciaron audiencias y se aproximaron a las diferentes materias del ejercicio profesional. "Fue lindo porque pude ver que existen otras áreas del Derecho que yo no me imaginaba", señala.
Argonautas: "Estamos formando otros actores de cambio que en el futuro van a dejar una huella"Argo abrió las postulaciones para una nueva generación de argonautas que ingresen a la universidad en 2026. Sin importar en qué departamento vivan o qué carrera deseen cursar, buscan estudiantes con un buen rendimiento académico. “Es un programa hecho para estudiantes o jóvenes que tienen no solo la ambición sino también las capacidades”, dice Katherine Valkeniers.
También tienen en cuenta el contexto del estudiante: si viven en un contexto vulnerable ya sea por motivos socioeconómicos, de violencia o de inestabilidad en el núcleo familiar, que les impida el acceso a la educación formal. Y, además, ponderan la ambición de los jóvenes al momento de presentarse.
“Buscamos chicos ambiciosos, comprometidos, no solo con los estudios sino también con la comunidad y la sociedad. Nuestra idea es que estamos formando otros actores de cambio que en el futuro van a dejar una huella”, expresa la presidenta de Argo.
El programa busca incorporar tres o cuatro estudiantes este año, que se suman a los cuatro que ya están cursando sus respectivas carreras en Montevideo. Además, proponen a docentes e instituciones educativas de todos los departamentos que postulen a aquellos estudiantes destacados que tengan que sortear barreras para llegar a la universidad.
Cuando mira hacia el futuro Valkeniers proyecta llegar a acompañar la trayectoria educativa de 15 o 20 personas en simultáneo hasta que consigan su título universitario. “Es muy personalizado, muy intensivo, y nosotros pensamos que eso también es parte del éxito. Es una estrategia que hasta ahora funciona, entonces nos gustaría seguir en este camino”.
DSC02694Franco Marichal estudia en la Facultad de Ciencias y quiere ser investigador
Gentileza ArgoFranco y Paola intercambian experiencias sobre su experiencia universitaria, se animan mutuamente, se entienden. Por ahora se conocen poco, pero es cuestión de tiempo para que compartan el mismo techo. “Tenemos la perspectiva de una casa propia, una casa estudiantil. Es algo que nos emociona mucho. Estamos trabajando con el equipo para poder abrirla en los próximos meses e involucrar a los jóvenes en el proceso, poder darles un hogar donde ellos puedan estar tranquilos y suficientemente cerca de la oficina donde están los mentores", señala la fundadora del programa.
La inauguración de una residencia para todos los estudiantes del programa no es solamente una solución habitacional, explican sus referentes, sino un lugar donde construir una comunidad en la que se sostengan mutuamente. “En nuestro futuro estamos pensando también en el después, cuando egresen de Argo y no vivan más con nosotros. Queremos que haya una comunidad de alumnos, profesores y mentores. Van a tener una red de contactos en la cual siempre se puedan apoyar”.
Cuando piensa en el futuro del programa, Valkeniers imagina una generación de jóvenes comprometidos con el cambio: "Espero de que en un futuro hayamos formado buenos profesionales que aparte del diploma también tengan compromiso, integridad y una cabeza abierta al mundo. Ellos van a ser la prueba de que uno puede superarse y llegar a destinos brillantes. Estoy segura de que van a inspirar a muchos y van a abrirle puertas a otros. Porque nosotros pensamos que si tuviste la suerte de tener oportunidades, después te toca a ti dar una mano a los demás. Ojalá ellos también sean actores de cambio”.
Primera generación"Nuestros padres siempre nos pidieron que estudiáramos, por el bien de nosotros. Después vos vas creciendo y lo vas entendiendo, me siento muy agradecida con ellos", dice Paola, que junto a su hermana Jenifer son las primeras de su familia en estudiar una carrera universitaria. "No sé cómo explicarlo, pero es muy grato", dice cuando le preguntan qué se siente al poder hacerlo.
“El proyecto te brinda un montón de apoyo para que puedas estudiar y para crecer como persona. Ir aprendiendo cosas nuevas porque todo genera experiencia”, agrega.
DSC02668Franco Marichal coincide en ese agradecimiento y apunta que es afortunado de contar también con el apoyo de su familia y amigos para estudiar la carrera que desea estudiar y no conformarse con otra cosa. "Llegué a la conclusión de que si me gusta lo suficiente y le dedico el tiempo suficiente, voy a poder encontrar la forma de trabajar de eso".
Ahora, con las postulaciones abiertas para una nueva generación, recuerda que cuando vio por primera vez la solicitud lo dudó. Muchos escenarios pasaron por su mente: “Tal vez yo no entro, tal vez me animo y tal vez me anoto y no quedo, tal vez no es para mí. A veces pensás en decir no me anoto y me ahorro el trabajo, el estrés, el miedo, la vergüenza. Es cliché pero es la verdad: hay que animarse".
Y ahora resume las consecuencias de haberse animado a tomar el riesgo con una frase: "Todo esto fue un gran salvavidas".
Comentarios
Deja tu comentario